Si hablamos de Ferragnes, Tuono o
Nonpareil pocos saben de que estamos hablando. Pero si decimos
Largueta, Marcona o Planeta, la cosa cambia. En España se cultivan
en torno a un centenar de variedades distintas de almendras.
Pero sólo unas pocas se comercializan a gran escala.
Hablar de España y de almendra es hacerlo
de algo importante. España es el segundo país en producción
de este fruto, después de Estados Unidos, y las exportaciones
suponen más del 55 por ciento del total.
La producción de almendra se remonta a
la antigüedad. De origen árabe, los historiadores consideran que
fue introducido en España por los fenicios. En tiempo de los romanos
ya gozaba la producción de almendra española de gran prestigio y
desde entonces ha tenido una relevante importancia económica,
gastronómica e industrial.
El almendro se caracteriza por ser un
árbol muy robusto. Gracias a ello, tolera con bastante
tranquilidad las variaciones climatológicas de inviernos húmedos y
veranos muy cálidos del área mediterránea. Es junto al olivo, los
dos árboles que más se cultivan para producción industrial en la
zona. La vida de los almendros en condiciones normales se estima
entre 60 y 80 años.
Las regiones españolas que más
producen almendras son Andalucía, Cataluña, Aragón, Valencia,
Baleares y Murcia. En el resto, salvo pequeñas zonas de Extremadura,
Castilla, su producción podríamos considerarla testimonial.
Las variedades que más se
comercializan son la Largueta, Marcona (considerada la de
mayor calidad) y Planeta. Estas tres son consideradas botánicamente
puras y nativas de España. En menor grado se comercializa las
denominadas Comunas o Valencia y Mallorca, que aunque botánicamente
no se consideran como variedad si son un conglomerado que se producen
con éxito en esas dos zonas geográficas.
La mayoría de los almendros se
cultivan en secano, aunque su respuesta al regadío es muy
buena, llegando a doblar la producción.
Se calcula que en riego por goteo se necesita un consumo medio de
3.000 m3 por hectárea para conseguir una buena producción. Un
consumo que se dispara en el periodo entre la formación de la
almendra y cuando alcanza su tamaño definitivo. Un buen regadío o
riego normal en tiempo de recolección favorece el desprendimiento de
la corteza de la almendra.
La temporada de recolección de la
almendra cambia en función de la variedad. Las más tempranas se
recogen a finales de agosto y las últimas con la llegada de los
fuertes fríos. La recolección se ha de realizar cuando la corteza
verde de la almendra se abre, y ha de hacerse antes de que caiga el
fruto al suelo. Si por algún momento se ha recogido demasiado
pronto, en algunas variedades es bueno ponerlas al sol para permitir
que se sequen y pierdan el exceso de humedad.
La salida comercial de la
almendra es cada vez mayor en la industria alimentaria. Cada
vez más, es ingrediente indispensable en nuevos productos, gracias a
sus propiedades. La almendra es rica en calcio, ayuda a reducir el
colesterol, se utiliza para elaborar leche para celíacos, y contiene
importante cantidad de vitamina E. Desde hace unos pocos años, la
almendra es utilizada también por empresas cosméticas para la
elaboración de pomadas y cremas reparadoras. A nadie se le escapa
que es fundamental en la elaboración de turrones y mazapán.